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lunes, 5 de septiembre de 2011

Conquista del imperio Chimu por los incas

En los ejercicios que hemos dicho gastó el Inca pachacutec seis años, los cuales pasados, viendo sus reinos prósperos y descansados, mandó apercibir un ejército de treinta mil hombres de guerra para conquistar los valles que hubiese en la costa, hasta el paraje de Cassamarca, donde quedaban los términos de su imperio por el camino de la sierra. Aprestada su gente, nombró seis incas de los más esperimentados, que fuesen coroneles o maeses de campo del ejército y consejeros del príncipe Inca Yupanqui, su hijo. Al cual mandó que fuese general de aquella conquista , porque como discípulo de tan buen maestro y soldado de tan gran capitán como su tío Cápac Yupanqui, había salido tan práctico en la milicia que se le podía fiar cualquiera empresa, por grande que fuese; y a su hermano, a quien por sus hazañas llamaba mi brazo derecho, mandó que se quedase con él a descansar de los trabajos pasados. En remuneración de los cuales, y en testimonio de sus reales virtude, le nombró por su lugarteniente, segunda, personasuya en la paz y en la guerra, y le dio absoluto poder y mando en todo su imperio. Apercibido el ejército, caminó con el primer tercio el príncipe Inca Yupanqui por el camino de la sierra, hasta ponerse en la provincia Yauyu, que está en el paraje de la Ciudad de los Reyes, y allí esperó a que se juntasetodo su ejército, y habiéndolo juntadocaminó hasta Rímac, donde estaba el oráculo hablador. a este príncipe heredero Inca Yupanqui dan los indios la honra y fama de haber sido el primero de los Reyes Incas que vio la Mar delSur y que fue el que más provincias ganó en aquella costa, como se verá en el discursdo de su vida. El curaca de Pachacamac, llamado Cuismancu, y el de Runahuánac, que había por nombre Chuquimancu, salieron a recibir al príncipe con gente de guerra, para le servir en aquella conquista. El príncipe les agradeció su buen ánimo, y les hizo mercedes y grandes favores. Del valle del Rímac fue a visitar el templo de Pachacámac; entró en el, sin murmullo de oraciones ni sacrificios más de con las ostentaciones que hemos dicho hacían los incas al Pachacámac en su adoración mental. luego visitó el templo del Sol, donde hubo muchos sacrificios y grandes ofrendas de oro y plata, visitó el ídolo Rímac, por favorecer a los yuncas, y por cumplir con las capitulaciones pasadas, mandó ofrecerle sacrificios y que los sacerdotes le consultasen el suceso de aquella jornada, y habiendo tenido respuestaque sería próspera, caminó hasta el valle que llaman los indios Huamán y los españoles la Barranca, y de allí envió los recaudos acostumbrados , de paz o guerra, a un gran señor llamado Chimu, que era señor de los valles que hay pasada la Barranca hasta la ciudad que llaman trujillo, que los más principales son cinco y han por nombre parmunca, Huallmi, Santa, Huanapu y Chimu, que es donde está agora Trujillo, todos cinco hermosísimos valles, muy fértiles y poblados de mucha gente, y el curaca principal se llamaba el poderoso Chimu, del nombre de la provincia donde tenía su corte. Este se trataba como Rey, y era temido de todos los que por las tres partes confinaban con sus tierras, es a saber, al levante, al norte y al sur, porque el poniente dellas está en la mar. El grande y poderoso Chimu, habiendo oído el requerimiento del Inca, respondió diciendo que estaba aprestado, con las armas en las manos, para morir en defensa de su patria, leyes y costumbres, y que no quería nuevos dioses, que el Inca se enterase desta respuesta, que no daría otra jamás. Oída la determinación del Chimu, caminó el príncipe Inca Yupanqui hasta el valle de parmunca, donde el enemigo le esperaba. El cual salió con un buen escuadrón de gente a escaramuzar y tentar las fuerzas de los incas; peleó con ellos mucho espacio de tiempo, por les defender la entrada del valle, mas no pudo hacer tanto que los enemigos no le ganasen la entrada y el sitio donde se alojaron, aunque con muchas muertes y heridas de ambas partes. el príncipe, viendo la resistencia de los yuncas, por quer no tomasen ánimo por ver poca gente de su ejército, envió mensajeros al inca, su padre, dándole cuenta de lo hasta allí sucedido y suplicándole mandase enviarle veinte mil hombres de guerra, no para los trocar con los del ejército, como se había hecho con las conquistas pasadas, sino para abreviar la guerra con todos ellos, porque no pensaba dar tanto espacio a los enemigos como se había hecho con los pasados, y menos con aquellos, porque se mostraban más soberbios. Despachados los mensajeros, aprietó la guerra por todas partes el inca, en la cual se mostraban muy enemigos del poderoso Chimu los dos curacas, el de Pachacámac y el de Runahuánac, porque en tiempos atrás, antes de los incas, tuvo guerra cruel con ellos sobre los términos y los pastos y sobre hacerse esclavos unos a otros, y los traía avasallados. Y al presente, con el poder del inca, querían vengarse de los agravios y ventajas recibidas, lo cual sentía el gran Chimú más que otra cosa alguna, y hacía por defenderse todo lo que podía. La guerra anduvo muy sangrienta entre los yuncas, que por la enemistad antigua hacían en serviciode los Incas más que otra nación de las otras; de manera que en pocos días ganaron todo el valle de parmunca y echaron los naturales dél al de Huallmi, donde también hubo reencuentros y peleas, mas también poco pudieron defenderloy se retiraron al valle que llaman Santa, hermosísimo en aquel tiempo entre todos los de la costa, aunque en éste casi desierto, por haberse consumido sus naturales como en todos los demás valles. los de Santa se mostraron más belicosos que los de Huallmi y Parmunca: salieron a defender su tierra; pelearon con mucho ánimo y esfuerzo todas las veces que se ofreció pelear; resistieron muchos días la pujanza de los contrarios, sin reconocerles ventaja, hicieron tan buenos hechos que ganaron honra y fama con sus propios enemigos; esforzaron y aumentaron las esperanzas de su curaca, el gran Chimu. El cual, confiado en la valentía que los suyos mostraban y en ciertas imaginaciones que publicaba, diciendo que el príncipe, como hombre regalado y delicado se cansaría presto de los trabajos de la guerra y que los deseos de amores de su corte le volvieran aína de regalos della, y que lo mismo haría de la gente de guerra el deseo de ver sus casas, mujeres, y hijos; cuando ellos no quisiesen irse, el calor de su tierra los echaría della, o los consumiría, si porfiasen a estarse quedos. Con estas vanas imaginaciones porfiaba obstinadamente el soberbio Chimu en seguir la guerra, sin aceptar ni oír los partidos que el Inca le enviaba a sus tiempos. Antes, para descubrir por entero su pertinecia, hizo llamamiento de la gente que tenía en los otros valles de su estado, y como iban llegando los suyos, así iba esforzando la guerra, más y más cruel de día en día. Hubo muchos muertos y heridos en ambas partes, cada cual dellos hacía por salir con la victoria; fue la guerra más reñida que los incas tuvieron hasta entonces.Mas con todo eso, los capitanes y la gente principal de ´Chimu, mirándolo desapasionadamente, holgaron que su curaca abrazara los ofrecimientos de paz y amistad que hacía el Inca , cuya pujanza entendían que a la corta o a la larga no se podían resistir. 

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